Blog de crítica de la cultura y otras balas de fogueo al gusto de Óscar S.

Encuadre: página de "Batman: Year One", Frank Miller y David Mazzucchelli, 1986-7, números 404 a 407 de la serie.

sábado, 27 de agosto de 2011

Preparativos para un septiembre ignífugo, Rita L.

Algunos pensamos que precipitarse en convocar una huelga como primera e inmediata opción es un error y no sólo por razones egoístas, como parece que a veces se nos achaca, sino por razones estratégicas, es a saber:

- En primer lugar porque es imprescindible transmitir a la sociedad que se trata de una reivindicación ciudadana y no exclusivamente laboral. La escuela pública es de los ciudadanos, y la concertada de unos pocos, por lo que no puede transferirse el presupuesto de una a otra como si nada. Reducciones de personal y empeoramiento de las condiciones de trabajo los está habiendo en todos los sectores, y los medios de comunicación ya han logrado "instruir" a una buena parte de la sociedad en que son medidas necesarias en tiempos de crisis. Para más inri, los funcionarios son vistos por mucha gente como privilegiados en un momento en que los despidos acechan tras las esquinas...
Hoy en día las huelgas se ganan mucho más por el apoyo de la opinión pública que por la presión ejercida sobre los patronos o empleadores, por lo que, antes de encabronar a la gente con el cierre de las escuelas de sus hijos, habría que ganársela para la causa común.

- Para que la movilización sea ciudadana y no laboral deben implicarse en ella profesores, padres y alumnos, es decir, todas las partes implicadas de la Comunidad Educativa. Los padres no apoyan la huelga, ya lo han dicho en repetidas ocasiones, y comenzar la movilización con ella es dejarlos fuera, empezar desde la división, cosa que será aprovechada más tarde por la Consejería en su beneficio. De hecho, muy probablemente, si la huelga promete ser larga (y sólo así podría presionar algo), muchos padres sacarán a sus hijos de los institutos públicos y los llevaran a escuelas concertadas donde serán recibidos con los brazos abiertos. Otra cosa sería que, después de haber demostrado la implicación y movilización de todos mediante encierros, manifestaciones, concentraciones, negociaciones, dimisiones de equipos directivos, etc., padres, alumnos y profesores unidos llegasen a la conclusión de que no hay más remedio que hacer huelga. Entonces tendríamos mucha más fuerza.

- Todo esto poniéndonos estupendos y dando por hecho que el seguimiento entre el profesorado podría ser masivo, cosa acerca de la que soy muy escéptica. La pasada huelga general la secundó bastante poca gente entre el profesorado, si tenemos en cuenta lo grave que era el objeto de denuncia (la edad de jubilación), y el poco descuento que supuso para el bolsillo (un solo día)… Y ni aún así. Es necesario que haya tiempo suficiente para movilizar, explicar, convencer y organizar a todas las partes, y, sobre todo, para medir las fuerzas con las que se cuentan.

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