Blog de crítica de la cultura y otras balas de fogueo al gusto de Óscar S.

Encuadre: página de "Batman: Year One", Frank Miller y David Mazzucchelli, 1986-7, números 404 a 407 de la serie.

viernes, 18 de febrero de 2011

¡A mí que me registren!

Pese al madrugón y la cola subsiguiente, es un placer acudir al Registro civil a inscribir a una criatura recién nacida (a fin de hacerla europea y española para más crisis...) Lejos de pensar como los apocalípticos que con ello oficializamos la entrada de un inocente a este cruel mundo de injusticia y miseria, lo que se siente es que cobra importancia jurídica ese burruñito de carne animada que te encomienda la naturaleza. Y los mismos padres retroceden al privilegio primordial de Adán, poniendo nombre a los seres vivos sin rendir cuentas ni a Dios ni al diablo. Una señorita coloreada de rosa te atiende y colma de parabienes, mientras que encuadra al bebé en un árbol genealógico que le deja como estaba, pero resguardado por ley de la condición de mascota. Otras leyes pretéritas implicaban la terrible discreccionalidad del monte Taigeto o la roca Tarpeya: sólo un filósofo megalómano como Nietzsche o un comiquero demenciado como Miller podrían sentir nostalgia de aquellos tiempos tan duros en que los débiles carecían de una cobertura social para prosperar en la medida de sus posibilidades. Y eso es algo que hay que agradecer no sólo al cristianismo primitivo, pero también. ¡Larga vida a... (rellene el espacio en blanco con caracteres de imprenta bien legibles)!

2 comentarios:

  1. Me gusta el tono, el sentido y la reflexión del artículo. No obstante, cómo se llama la nueva criatura (simpre me ha parecido fatal esta designación; puede que solo sea por prejuicios o el significado que habitualmente se le otorga a esta palabra. Criatura ... no suena bien)??.

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  2. Igualito que el patrón de los marineros, el bebé.

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